Nos enseñaron antes a restar que a aportar.
Que lo sencillo era observar al de al lado.
Como si reírnos del contrario sirviera de algo (lo único que sirve es para autolimitarnos).
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Nos enseñaron que echar el balón fuera estaba bien visto, intentando culpabilizar de tus problemas a otrxs para que tú inconsciencia se sintiera “engañada” y no "herida".
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Nos enseñaron que fijarnos en los problemas de otrxs nos serviría para que nuestra vida no fuera tan vacía. Que criticar, juzgar y opinar destructivamente era algo necesario para que tú ego se sintiera a salvo.
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Nos enseñaron tantas cosas negativas que no sabíamos que todas esas no nos ayudaría para nuestro propio crecimiento.
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Nos hemos dejado tanto engañar que si no lo hacemos no formaría parte de nuestra “personalidad”.
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La realidad es que echamos la basura hacia fuera porque no queremos ser consciente de nuestra propia papelera.
Señalamos con el dedo porque no somos capaces de señalarnos por dentro.
Porque tenemos miedo de escuchar nuestro yo interno, y que no nos guste.
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Lo que no sabemos es que si nos escuchamos, si saltamos la barrera del miedo llegaríamos a observarnos #desdedentrohaciafuera pudiendo así aprender a querernos bien.
En el momento que nos enfoquemos en limpiar nuestra papelera, reciclaremos nuestro amor propio y esa es la clave para saber querer bien al resto.
Así, el resto sabrá quererte y valorarte como tú reflejes ese amor (y no menos).
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Justo ahí será cuando pasemos a ser conscientes para enfocarnos en sumar porque cuando aportamos la vida nunca dejará de sonreírte.
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